Farrapes y mangarao
De farrapes, fariñes, jarrapes o pulientes ya se trató un poco a vuelapluma al comentar la importancia que tuvo el maíz en la alimentación asturiana. De hecho, éste es un plato muy vinculado al viejo farro castellano y, apurando el origen, al latino pulmentum, que en Italia llaman polenta, uno de los alimentos más usuales de la Europa renacentista.
Braulio Vigón define a las fariñes como unas «gachas compuestas de harina de maíz cocida con agua y sal»; Apolinar de Rato añade que han de ser «cocidas en el pote, meneándolas con un palo largo hasta espesarse, y la habilidad de la cocinera consiste en que no le queden gorollos». Y termina así don Apolinar: «De niño cené farrapes en las largas noches de invierno».
Que les fariñes o farrapes fueron comida tradicional en Asturias lo prueba este cantar:
«Por la mañana, fariñes;
al mediudía, rapón;
a la noche, mangarao:
estas tres comidas son».
El mangarao o mangarau consiste, asimismo, en unas gachas hechas con harina de castañas secas (castañes mayuques) cocida en leche, si bien en muchos sitios se preparan mezclando harina de maíz y de castañas que después cuece en leche a la que se añadió un poco de grasa de tocino.