Los carnavales

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Los carnavales

El carnaval marca el inicio de la Cuaresma. Es la entrada a una época de recogimiento, de meditación, de penitencia, de ayuno y de abstinencia en recuerdo de la Pasión de Cristo. Antiguamente la Cuaresma se reducía únicamente a un breve intervalo de cuarenta horas; fue a partir del Concilio de Nicea, en el año 325, cuando se alargó a los cuarenta días actuales, comenzando a contar desde un domingo, día a partir del cual ya era preceptiva la abstinencia de carnes.

A finales del siglo V la Iglesia dispuso que la Cuaresma comenzase un miércoles, en vez de un domingo, al considerar que este día no es el más indicado para iniciar un ayuno. De ahí le viene el nombre al tal domingo como día de carnestolendas (dominica ante carnes tollendas = domingo antes de la prohibición de carnes) o domingo de carnaval (carne vale).

Para compensar este ayuno futurible, el asturiano dedicaba y dedica los tres días previos (domingo, lunes y martes) al miércoles de ceniza a un exceso en el comer, en el beber y en el disfrutar. Lógicamente, la buena mesa había de estar representada por las mejores galanuras que daba la casa: el cerdo y la dulcería. El pote de berzas bien abundoso de compangu, la borona preñada, los buñuelos, las torrijas, les casadielles y fayueles estaban presentes estos días en todos los hogares asturianos.

Mesa copiosa y juerga en exceso:

«Martes de antroido
has de venir,
cuencos y platos
han de ruxir».

Tal parece que los asturianos siguieran al pie de la letra lo que se lee en el Libro del Buen Amor. En él vemos cómo don Carnal

«...puso en la delantera muchos peones,
gallinas e perdiçes, conejos e capones,
anades e lavancos e gordos ansarones
fasian su alarde cerca de los tisones...
En pos los escudados estan los ballesteros,
los anssares, çeçinas, costados de carneros,
piernas de puerco fresco, los jamones
enteros;
luego en pos de aquesto estan los cavalleros.
Las puestas de la vaca, lechones e cabritos
alli andan saltando e dando grandes gritos;
luego los escuderos, muchos quesuelos friscos
que dan de las espuelas a los vinos bien
tintos...

Vivencias de buen comer y de mucho disfrutar, como narra Eva González Fernández:

«Achigou l'Antroidu, madre,
cuecha de la gabiteira
tsinguanizas ya butietsus,
el toucin ya las murcietsas.
Güei curremus l'Antroidu
cun toda la parentena,
muitu xixu, muitu baitse,
antias qu'entre la Cuaresma

......................

Usté remúde-se, madre,
cuna roupina más nueva
pus paecemus hermanas
cuandu tamus bien compuestas.
Yo pondrei mantu merinu
ya panulín de fenezas
yal manteu de panu finu
que me mercou la mía buela.
Ya mieu guapu mandilín
cun agremanes de seda,
cun curales d'azabache
que fixu la custurera

......................

Apieche la puerta, madre,
asconda na faltriquera
la chave, sinon denueite
peme que saldrei pa fuera.
¿Qué será lu que you tengu?
¿Qué butse pula mía tiesta?
¿Quién me chama? ¿Quién m'emburria?
¿Quién nun me dexa tar quieta?
Madre, güei toi cumu tsouca,
toi lo mesmu qu'una cuerna;
madre, fierve-me la sangre;
¿será l'Antroidu que chega?

En Asturias al carnaval se le llama antroxu, antroido y antroiro; palabras que derivan de la latina introitus (entrada, introducción), y que asimismo significan también mascarada o disfraz.

Además de los platos citados como más generales en todo el Principado, algunas comarcas, ya muy concretas, tenían especialidades propias para estas fiestas. Tal es el caso del deventre en tierras de Illano, Pesoz o Boal, o el de la rapa o rapón por concejos de occidente:

«Antroido godoiro
pasou por Arbon
c'un cesto na mao
comendo rapón».

Si la borona preñada es el enriquecimiento de la borona normal al encerrar en su interior,sa modo de empanada, todo un tesoro de embutidos y de carnes, la rapa o rapón es la sublimación de la torta de maíz al incorporarle cebolla y galanuras de cerdo.

El candasín Joaquín Revilla Álvarez ofreció esta receta para preparar un rapón para ocho personas:

«Se prepara una masa como para borona con harina de maíz, algo de harina de trigo, levadura de panadería, un poco de mantequilla, agua (o leche) y sal. Se amasa bien y se cubre con un paño para favorecer una fermentación que la hará más exquisita.
En ella se introducen trozos de tocino fresco del tamaño de pequeños dados, trozos de lacón, láminas finas de jamón y picadillo de cerdo. También se puede complementar con una pequeña cantidad de cebolla picada y frita si gusta este sabor. Se envuelve en hojas de berza y cuece a horno de 180 °C 0 200 °C».

Los buñuelos (palabra que deriva del prerromano bunnia, con significado de bulto o montón) son dulcería típica del oriente. Para prepararlos se sigue este proceso:

«Se pone a hervir un cuarto litro de leche con 50 g de mantequilla y la corteza de un limón; al romper el hervor se saca la corteza y, apartando del fuego y con la leche no muy caliente, se incorpora la harina batiendo continuamente hasta lograr una pasta fina y al tiempo espesa. Damos hervores y, ya casi fría, se van echando los huevos (dos), uno a uno, removiendo bien para conseguir un todo bien unido. Por último se incorpora la levadura.
Porciones de esta pasta fríen en aceite muy caliente; se sacan y rellenan de crema pastelera y espolvorean con azúcar. También pueden servirse sin el relleno».

Los frixuelos, frisuelos, fayueles o fereixolos, ya comentados en capítulos anteriores, son, en opinión de Braulio Vigón, plato que se pone como extraordinario el día de Carnava112 y, en criterio de García Miñor, «pertenecen al formulario popular de toda la región asturiana».

Su origen es antiquísimo, pues de esta preparación ya existen citas en el Libro del Exodo al tratar de la consagración de los sacerdotes: «toma un pan, una torta y un frisuelo y pon todo en las palmas de las manos de Aarón y de sus hijos y haz que las agiten como ofrenda ante Yahvé» (Ex, 29-23).

La palabra latina que el intérprete traduce como frisuelo, y que debiera traducir como hojuela, es laganum, término que San Isidoro define en este tenor:

   «Laganum est latus et tenuis panis, qui pri-
mum in aqua, postea in oleo frigitur»

Al ser el laganum una lámina ancha y fina (folium) se la denominó hojuela y, en asturiano, fayuela (en Galicia, filloa).