La esfoyaza
La esfoyaza (del latín exfoliare = quitar las hojas) es, o mejor era, una reunión de vecinos, familiares y amigos para deshojar las mazorcas (panoyes) del maíz y proceder a su posterior enristrado (enriestraro. Con el fin de no entorpecer las labores de día, la esfoyaza solía tener lugar al anochecer y se prolongaba hasta bien entrada la madrugada.
Las mujeres, los niños y las mozas eran los responsables del deshojado, dejando solamente dos o tres hojas en la mazorca que serían utilizadas para formar las ristras (riestres); los varones se encargaban de enristrar y de llevar las ristras al hórreo.
La labor, un tanto inocente y monótona, solía ir acompañada de pequeñas bromas, juegos, chanzas y chistes. Alguna que otra moza, al depositar la mazorca deshojada en el montón, solía escapársele con demasiada fuerza e ir a dar a la cara o al cuerpo del galán de sus preferencias:
«Al comienzu la'sfoyaza
non me tires panoyaes,
que'stoy faciendo la riestra,
tengo les manes ataes.»
En ocasiones desaparecía alguna zapatilla o alpargata y había que buscarla entre las faldas o las piernas de los asistentes, lo que siempre daba lugar a alguna que otra insinuación.
Y al final, la garulla, invitación que hace el propietario del maíz a todos los esfoyadores y que consiste en un reparto de nueces, avellanas, castañas, vino, sidra, algún que otro dulce, etc.
El origen de la palabra garulla es un poco controvertido. Para algunos procede del término griego carydon, después latino carylum, en su significado de nuez; otros opinan que viene del latín garrulare: cantar las aves, charlar... Ekling y Kruger opinan que garulla significa mezcla de personas y cosas y también conjunto de frutos (nueces, avellanas, uvas, maíz...).
Antón de Marirreguera retrató así el reparto de la garulla:
«La postrer nuiche ya d'Octubre yera
y acabóse temprano la esfoyaza,
la xente veladora y placentera
de comer la garulla daba traza;
había de figos una goxa entera,
panes del forno, gaxos de fogaza;
y tizaben el fuego con tarucos,
fartos de reblincar, los rapazucos.
Al par del llar so les calamieres,
porque ya facía fríu s'asentaron
entremezclados homes y muyeres:
llumaba el fuego y el candil mataron.
Les moces a los mozos purrín peres;
y desque la barriga fartucaron,
tabaquiaben les vieyes a los vieyos
y los mozos armaron sos trebeyos».
Estos trebeyos, que no son otra cosa que jugueteos retozones, solían acarrear alguna consecuencia desagradable:
«Y dexar noramala los trebeyos que suelen traer tras si mil enguedeyos»,
por lo que madres y padres vigilaban disimuladamente el agradable discurrir de la esfoyaza y comprobaban el cumplimiento de los consejos previos dados a sus hijas:
«La panoya que m'umbiaste non la quise recibir, porque mio madre non quier que cortexe a un mozu ruin».